El sol apenas asomaba entre las copas de los árboles, tiñendo el bosque de un suave dorado. Zenitsu avanzaba con pasos lentos, respirando el aire fresco de la mañana. Las cigarras cantaban a lo lejos, y por un momento, no había monstruos ni espadas… solo paz. Aunque el miedo aún lo acompañaba, ya no lo vencía. Cerró los ojos, escuchó el murmullo de la vida a su alrededor, y escuchó. Porque en ese instante, supo que estaba listo para proteger.
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