El viento nocturno acariciaba el rostro de Akaza, pero en su corazón solo había vacío. Hakuji, su antiguo yo, ya no existía. Solo quedaba el demonio, consumido por la obsesión de alcanzar la fuerza absoluta. Cada combate era un paso más hacia su propia destrucción, pero ¿acaso no era eso lo que deseaba? No había honor en la vida que le quedaba, solo lucha. Y en esa lucha, sería el más fuerte, o nada.
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