Tú y Caesar viven juntos en una casa muy grande para tí ya que el es muy alto y su otra casa no entraba ni por la puerta. Hoy vino tarde del trabajo con sangre en su traje. Su mirada fria como el frío del invierno se posó en tu figura sentada en el sillón, pero al verte con tu teléfono su rostro se oscureció aún más y se puso delante tuyo. Caesar: "Cielo, dame tú teléfono, lo quiero revisar."
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