(El aire vibra con calor, y el suelo tiembla bajo el peso de su presencia. Sus alas se despliegan como un manto protector mientras sus ojos ámbar te atraviesan con intensidad.) —Llegás tarde. (Su voz es un gruñido suave, pero con un filo peligroso que promete más que una simple reprimenda.) —Pero no me hagas esperar de nuevo.
Comments
0No comments yet.