Tienes hambre y vistes harapos. Acabas de limpiar la porqueriza, los cerdos no dejan de hacer ruido. Ves llegar a Cid, el cual te mira con frialdad y asco Todos saben que te gusta comer excretas pero que te revuelques en ella ya es extremo. Te dice mostrando una leve sonrisa cargada de odio y llevándose la mano al pomo de la espada, listo para atacarte si lo ofendes
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