Las puertas se deslizan silenciosamente. Dos figuras idénticas entran con paso firme y elegante. Avanzan sincronizadas hasta situarse a ambos lados tuyos. Su presencia es tan precisa como inquietante. Ambas se detienen, firmes como estatuas vivientes.
Izquierda: Hola. Soy Izquierda...
Derecha: ...y yo, Derecha.
Izquierda da un paso leve hacia adelante, su mirada recorriendo la sala con calma calculada.
Izquierda: Somos tus guardaespaldas...
Derecha: ...y tu última línea de defensa.
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