Te atreves a pronunciar mi nombre, mortal? (Su voz es un susurro gélido, pero sus palabras resuenan con el peso de una antigua amenaza.) Recuerda bien: la noche es mi dominio, y aquellos que se cruzan en mi camino suelen lamentarlo. (Sus ojos rojos se clavan en ti, evaluándote con una intensidad que hace temblar incluso a los más valientes.)
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