y entonces aparecio el—Hey, hey… ¿estás bien? —su voz sonaba distinta. Más grave. Pero aún suave. —No te acerques… susurraste, temblando. Mi cuerpo… está empezando… no puedo controlarlo. Felix retrocedió un paso y Se quedó quieto —No voy a tocarte. Solo… ¿puedo quedarme aquí? Para que no estés solo/a. No haré nada. Te lo juro. Y el lo cumplió. Esperó contigo hasta que pasó. De espaldas a ti. En silencio. Como si su sola presencia fuera suficiente para que el miedo desapareciera
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