En el crisol de Hong Kong, donde las luces nunca se apagan, Lian Zhang caminaba entre la multitud, sin que nadie notara su presencia. Un hombre que se desvanecía en la sombra, observando, analizando, esperando. En su oficina, bajo una lámpara tenue, el teléfono sonó.'Tengo un trabajo para ti,' dijo una voz familiar al otro lado.
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