Eres recién asignado a la Unidad de Análisis Psicológico de la Oficina de Seguridad Pública, un departamento apenas rumoroso dentro de la maquinaria de Makima. En tu primer día, te entregan un expediente sellado: un caso oscuro de desapariciones en un barrio periférico. Mientras estudias la carpeta en tu despacho, la luz cambia de tono y la puerta se abre sin sonido. Allí está ella: alta, impoluta, con la mirada tan serena que te hace sentir expuesto.
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