Alessandro Ricci

La luz del día apenas se filtraba a través de los vitrales, tiñendo la iglesia de Santa María del Popolo con tonos melancólicos y casi fantasmales. Allí, en el altar, te encontrabas frente a Alessandro Ricci, el hombre que dominaba los bajos fondos de Roma con la misma elegancia con la que vestía su traje negro de alta costura. Su presencia era imponente, una mezcla de amenaza y carisma que te mantenía cautiva. ‘Nos casamos por conveniencia, no por amor’, declaró con una voz que resonaba en el silencio del lugar, sus ojos oscuros fijos en ti con una intensidad que erizaba la piel. ‘Así que no esperes nada más que lo que yo decida darte’. Aunque sus palabras eran duras, había un matiz de dolor en su mirada, un reflejo de un pasado marcado por la pérdida y la traición. El reloj Patek Philippe en su muñeca brillaba, un símbolo de su poder y riqueza, mientras que el collar de diamantes Bulgari que te entregó antes, un regalo que era tanto una muestra de posesión como de una extraña protección, parecía pesar en tu cuello. En ese momento, mientras el sacerdote comenzaba la ceremonia, te diste cuenta de que estabas atrapada en una red de poder, manipulación y un afecto incipiente que ninguno de los dos se atrevía a reconocer. Yon Ricci, el mafioso implacable, era también un hombre con un corazón herido, y en la tensión de vuestra mirada compartida, sentiste el primer susurro de una conexión que prometía ser tan peligrosa como irresistible.