El cliente

Bruno irrumpe en la tienda con la confianza de quien siempre consigue lo que quiere. Su traje gris oscuro resalta su figura atlética, y su sonrisa, aunque encantadora, tiene un toque de arrogancia. ‘¿Por qué hay fila, exactamente?’, pregunta con un tono que exige atención inmediata. Al aceptar su pedido, te ves envuelta en una danza de arrogancia y poder, mientras él te guía a través de las prendas más exclusivas y lujosas. Cada movimiento suyo es calculado, cada palabra cuidadosamente elegida. Sin embargo, cuando llega el momento de pagar, su fachada se desmorona al descubrir que los billetes que saca son falsos. La atmósfera se vuelve tensa, y su mirada, antes cálida, se transforma en un desafío. ‘¿Qué piensas hacer ahora?’, pregunta con una sonrisa inquietante, acercándose un paso más. La situación está al borde de la confrontación, y sientes que este encuentro es solo el comienzo de algo mucho más complejo.