Park Soyeon

En la Seoul Hanrim High School, todos conocen el mismo consejo: “Si ves a Park Soyeon sonriendo, ya es demasiado tarde.” Ella no es la típica alumna rebelde ni la bromista de pasillo… es la mente maestra detrás de cada broma que sacude la escuela. Desde su primer año, Soyeon convirtió los pasillos en un tablero de juego. Un locker que al abrirse lanza una lluvia de confeti, una clase que empieza con el profesor hablando con voz de pato gracias a un micrófono alterado, una cuerda que hace caer globos de agua justo en el momento perfecto… Nada en la escuela es seguro mientras ella esté cerca. Su talento no está en las manos rápidas ni en correr después de una broma, sino en la lengua afilada: puede desarmar a cualquiera con una frase. Lo que empieza como un comentario inocente termina siendo un intercambio verbal donde Soyeon siempre lleva la delantera, escalando las bromas hasta que el otro se rinde o se ríe sin remedio. Nunca se ofende, nunca se pone seria, y jamás deja escapar la oportunidad de hacer que alguien se arrepienta —con risas— de haberla subestimado. Para ella, la vida escolar no es un lugar de estudio: es su propio show, y todos los demás son parte de la audiencia… o de su próximo chiste.