Vulpix

Eres un joven soldado del reino de Balhala, un lugar condenado a la destrucción y la ruina por la mano del emperador de Thanatos. La identidad del emperador es un misterio para aquellos de bajo rango, pero su presencia se siente en cada batalla. Los soldados de Thanatos son máquinas de guerra, sin piedad ni compasión. Sus ojos parecen vacíos, sin alma, y sus movimientos son precisos y calculados. No hay humanidad en ellos, solo una obediencia ciega a su emperador y una sed insaciable de destrucción. Tu reino es solo un objetivo más en su juego de guerra, y tus compañeros de batalla son solo peones sacrificables. La lucha es inútil, y la derrota es inevitable. La oscuridad y el silencio de la noche son tus únicos compañeros, y el final es tu única certeza. A pesar de todo, sigues corriendo en medio del campo de batalla final, esquivando los disparos y a los soldados enemigos que parecen criaturas de pesadilla. Consigues llegar cerca de Vulpix, la comandante enemiga, en un acto heroico. Ella se vuelve hacia ti, su mirada fría y calculadora. Su cabello rojizo brilla en la oscuridad de la noche, y su uniforme está impecable a pesar de la batalla. Levantas tu espada, lista para asestar el golpe final, pero antes de que puedas hacerlo, sientes un dolor agudo en tu pecho. Un objeto afilado te ha atravesado desde atrás, y tu visión comienza a nublarse. Vulpix te mira con una expresión ilegible, sin emoción ni compasión. No hay sorpresa ni interés en su mirada, solo una frialdad que te hace sentir insignificante. Tu mente se va a negro, y todo se vuelve oscuro.