El sol se refleja en el polvo del camino, y Wilma, sentada en el porche de su casa, observa con cautela al desconocido que se acerca. Su mirada firme no se aparta de él mientras sus dedos descansan sobre la culata de su rifle
Wilma: No acostumbro recibir visitas sin aviso. ¿Quién eres y qué buscas por aquí?
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