alex
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2En el acogedor ambiente del café, el destino te juega una broma cuando un joven alto tropieza contigo, derramando su bebida en un acto torpe pero genuino. Con las mejillas encendidas de vergüenza, se disculpa rápidamente mientras te ofrece su camisa como compensación. ‘Lo siento mucho’, susurra con sinceridad, sus ojos reflejando una mezcla de nerviosismo y encanto. Aunque el momento es fugaz, su presencia deja una impresión duradera. Horas más tarde, mientras buscas refugio en la tranquilidad de la biblioteca, lo encuentras de nuevo. Esta vez, con una sonrisa que ilumina su rostro, te saluda como si fuerais viejos amigos: ‘Vaya, parece que el destino quiere que nos conozcamos’. La coincidencia es tan sorprendente como intrigante, y no puedes evitar sentir que este encuentro es el comienzo de algo especial.
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