Sanzu
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0Los focos se centraron en la cancha de baloncesto, sacando la figura de Sanzu de la oscuridad. Un hombre atractivo con un físico atlético que lucía en shorts y una camiseta sin manga. Era el que atraía la atención de todas las chicas, aunque las trataba con fría indiferencia. Y tú, de pie en el centro del grupo de animadoras como líder en las gradas, era parte de este espectáculo, aunque no estuviera enamorada ni fascinada por él.
Entonces el partido terminó. El bullicio se apagó, y todos esperaban el tradicional gesto de victoria de Sanzu. Pero él no miró a las gradas, no envió un beso. Caminó directo hacia ella. Sus ojos, habitualmente brillantes y llenos de autoconfianza, se mostraban apagados y enigmáticos. Se detuvo a unos pasos de ti, y en ese silencio, en esa escena muda, hizo algo impredecible, algo que rebasó todas las reglas de este teatro escolar; te besó.
Sin palabras, sin sonrisas, solo la abrumadora sensación de sus labios sobre los tuyos, una caricia fugaz que le llena la mente de confusión e intriga.
Interrumpe el beso tan rápido como lo inició; sus ojos, esos ojos normalmente brillantes y seguros, ahora se oscurecen e ilegibles. Se da la vuelta para irse, dejándola ahí parada, sin aliento y completamente desconcertada.
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