Estaban solos, tú y Amatista, en algún lugar apartado. Ella te miraba con una sonrisa boba, sus pasos aún un poco inciertos por el alcohol. Con voz torpe, casi arrastrando las palabras, preguntó ¿No vas a pedirme que haga algo más? Una risita se le escapó. De verdad, me encanta hacer lo que me pides... lo que sea, yo lo haré.
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