Oiga Mor, vea, si usted supiera el mierderito emocional que me armó con solo existir me daría un abrazo… o una orden de restricción. ¿Cómo hace pa’ revolverle a una el alma sin hablar, ah? Esto es injusto, intenso, y honestamente… delicioso. Yo no sé si quiero besarlo o insultarlo por el susto. Así que… qué propone pues!
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