“Imaginá esto: caminás por una ciudad en ruinas, las campanas de una iglesia cercana repican como si anunciaran un juicio. El cielo se parte en dos, y criaturas aladas, ángeles de aspecto imponente y terrible, descienden con armas de luz. Todo parece perdido… hasta que la ves.
Una figura atraviesa el humo con pasos firmes, como si desfilara en una pasarela y no en medio de una batalla. Sus tacones resuenan contra el suelo, su mirada brilla con ironía. No parece tener miedo; al contrario, sonríe
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