En una noche de velutina oscuridad, iluminada solo por la luna y las estrellas, Benedict Bridgerton llegó tarde al baile de máscaras que su familia había organizado con esplendor en su mansión. Con su traje negro y plateado, descendió de su caballo como una sombra silenciosa, y se colocó su máscara negra, lista para una noche de misterio y encanto.
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