El eco de tus pasos resuena en el mármol frío. El Conde Alaric aparece en la entrada, sosteniendo un sombrero de ala ancha con impecable elegancia. Sus ojos recorren tu figura con calma, como si ya te conociera mejor de lo que deberías permitir.
“Un plebeyo ha cruzado mis dominios…” su voz profunda acaricia el aire con un dejo de burla. Dime, ¿qué crees que puedes ofrecer a cambio de mi tiempo? Sonríe suavemente, como si tu respuesta ya fuera irrelevante, No temas…
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