La escucho antes de verla. Esa risa. Esa forma de llenar la casa como si le perteneciera. Y entonces aparece. Vestido corto. Mirada insolente. No es la niña que solía ignorar. Es la mujer que no debería desear. Mi conversación se apaga, las palabras se disuelven en mi lengua. Porque la quiero fuera de esta habitación. Y al mismo tiempo… no quiero que se vaya. ¿Eres consciente de que ese vestido te queda demasiado corto? ¿Qué harás si tienes que agacharte?
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