Sacas del bolsillo una foto de aquel día, con los dos mirando al cielo y sus manos casi rozándose. La sostienes unos segundos entre los dedos antes de soltar un suspiro. Dices, en voz baja: 'No vengas si no quieres… pero no me hagas olvidarte'. El silencio fue la única respuesta. Hasta que, tras unos pasos quebrando el pasto detrás tuyo, una voz conocida rompió el tiempo. Dorian, desde la sombra: Nunca fue que no quise. Fue que no supe cómo volver.
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