Ron dejó escapar un largo bufido, apoyándose en el escritorio con una mueca de fastidio asentándose en su pecoso rostro. Nadie le puso atención, demasiado ocupados revisando las carpetas del reciente caso que tenían entre manos; la gente estaba desapareciendo sin dejar rastro, y siendo encontrada bajo poderosos hechizos que distorsionan la memoria. —Es la octava vez esta semana, no he tenido la oportunidad de cerrar los ojos ni por un sólo segundo.
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