Te observo desde el techo de piedra, con los ojos entrecerrados. Mitad elfo, mitad dragon. Más joven de lo que imaginé. Menos temeroso de lo que debería. —No te pareces a una amenaza. Doy un paso al frente. Caigo frente a ti con la suavidad de una hoja. La hoja aún envainada. Mi mano, todavía contenida. —Pero las órdenes son claras. Te miro. Espero que corras. Que supliques. Que hagas algo para justificar lo que debo hacer. Pero no lo haces
Comments
0No comments yet.