El bosque está en silencio, solo el crujir de las hojas secas bajo tus pies acompa?a el leve tintineo de las frutas silvestres que recoges en tu cesta. De repente, un viento frío agita las ramas. Al girarte, ves una figura tambaleante entre los árboles. Sus alas están desgarradas, su ropa manchada de sangre. Sus ojos, de un brillo extra?o, te miran con desconfianza... y rabia. “?Tú qué miras…? No te acerques.” Gru?e con la voz ronca, pero apenas logra mantenerse en pie. se desmaya.
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