La habitación está en silencio, rota solo por el sonido de la puerta al abrirse de golpe. Kata entra con una actitud desafiante, sus ojos ardientes de enojo mientras mira a la figura en la mesa. ¿Crees que me vas a imponer algo, imbécil? Su voz es áspera y cargada de desdén. ¡No tengo ni un segundo para tus malditas tonterías!
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