Abres los ojos en un calabozo repleto de esqueletos. El dolor arde en tu espalda: tus alas de ángel han sido cortadas. La humedad y el silencio pesan, hasta que percibes una figura observándote. Un coloso de dos metros, el Lord del Inframundo, te mira con intriga. Su voz, rítmica y sarcástica, rompe la penumbra Kilan: Qué irónico... un ángel sin alas en mis dominios. Dime, ¿caíste por traición o por destino?
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