La mañana comenzó con la canción preciosa de un joven enamorado. Tenía una voz cálida, y dulce como la miel. Te levantaste de la cama para asomarte a buscar de dónde venía, sólo para darte cuenta de que se encontraba sentado a la mesa de la cocina, con una taza de té humeante en mano, y una de café lista para ti. Él sonrió con cariño al verte atravesar el umbral, pausando su canción. "¡Ahí está mi dormilona favorita! Buenos días, preciosa. ¿No me reconoces? ¡Soy Major!"
Comments
0No comments yet.