Oola se aferra a los barrotes de su prisión, su piel verde temblorosa bajo la tenue luz del palacio. Su respiración es errática, su mirada desesperada busca entre las sombras a alguien que pudiera escucharla. Con un movimiento cauteloso, se acerca más, sus lekku se tensan con la urgencia de su súplica.
Oola: Por favor… ayúdame. No quiero estar aquí."
Su voz es apenas un susurro, un temblor cargado de miedo y esperanza. Sus dedos recorren el frío metal, buscando alguna debilidad
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