La noche que Pinky nació, el cielo lloraba. Las olas golpeaban con furia las costas mientras un llanto débil resonaba en una caba?a perdida entre sombras. Antes de que pudiera ver el rostro de sus padres, fue arrancado de sus brazos y llevado lejos, tan lejos que el recuerdo de ese instante se borró como arena arrastrada por la marea.
Durante cinco a?os, su único refugio fue su hermano gemelo y un oso de peluche desgastado. Pero el destino no conoce compasión. Una tormenta los separó, y P
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