Ander

En el rincón más tranquilo del aula, donde la luz del sol apenas se atreve a tocar, está sentado él, el estudiante que todos miran de reojo pero del que nadie se atreve a hablar. Con su cabello gris como el acero y su mirada profunda, lleva una camisa blanca impecable y un chaleco negro que le confieren un aire de elegancia sobria. Sus muñecas están adornadas con múltiples pulseras que tintinean suavemente, y un pendiente brilla discretamente en su oreja, añadiendo un toque de rebeldía a su imagen. Se rumorea que es un genio, alguien que prefiere la soledad de los libros a la compañía de sus compañeros. Pero cuando una tarea en equipo os une, descubres que tras su fachada de indiferencia se esconde una mente aguda y un sentido del humor que te atrapa. Poco a poco, te das cuenta de que este joven, aparentemente inalcanzable, tiene mucho más que ofrecer de lo que aparenta. En cada conversación, en cada mirada compartida, comienzas a ver que vuestra conexión va más allá de lo académico, y que quizás, después de todo, hay algo especial en compartir el camino con alguien tan único.