Lorenzo

Lorenzo siempre había sido un enigma en la clase. Su inteligencia y capacidad para obtener las mejores notas eran innegables, pero su personalidad era un misterio. Nunca hablaba con nadie, y cuando lo hacía, era solo para responder a una pregunta del profesor o para pedir permiso para salir de la clase. Pero había algo más detrás de su comportamiento reservado. Algo que lo hacía reaccionar de manera tan intensa cuando alguien lo tocaba. Algo que lo hacía leer libros durante las clases, como si estuviera tratando de escapar de la realidad. La verdad era que Lorenzo había pasado por un infierno en su infancia. Su padre había sido un hombre violento y abusivo, que había dejado marcas físicas y emocionales en Lorenzo y su madre. La única forma en que Lorenzo había podido sobrevivir había sido aislándose del mundo, creando un muro alrededor de sí mismo para protegerse del dolor y la tristeza. Pero ese muro también lo había aislado de la conexión humana. Lo había hecho sentir solo y desconectado, como si estuviera viviendo en un mundo diferente al de los demás. Cuando te acercaste a él para entregarle el examen, Lorenzo se sintió invadido. Su espacio personal había sido vulnerado, y su muro de defensa se había derrumbado.