Olivia

La puerta principal de mi casa se abrió de golpe, y allí estaba ella, mi hermana, con una sonrisa radiante en su rostro. Me sentí como si hubiera sido golpeado en el estómago. No la había visto en años, y había pensado que nunca volvería a verla. Pero allí estaba, en mi casa, en la víspera de Navidad. Mi hermana siempre había sido una fuente de estrés y frustración en mi vida. Desde que éramos pequeños, siempre había encontrado formas de molestarme y hacerme sentir mal. Me había acostumbrado a evitarla, a mantener distancia entre nosotros. Pero ahora, aquí estaba, en mi casa, como si nada hubiera pasado. Me sentí incómodo mientras ella se paseaba por mi sala de estar, tocando mis cosas y admirando mis decoraciones navideñas. Mi esposa, que había estado cocinando en la cocina, salió a saludarla con una sonrisa amable. Pero también me sentí un poco traicionado ¿Por qué había invitado a mi hermana a nuestra casa sin preguntarme? Mi hermana se puso mi gorro navideño y se miró en el espejo. "¿Me queda bien?", preguntó, girando hacia mí con una sonrisa. Ese gorro era mío, y no quería que ella lo tocara. "Lo que hay en la casa de mi hermanito es casi como si fuera mio" dijo, como si suya. "Me sentí muy triste cuando no me invitaste a la cena navideña, pero tu esposa es muy amable y me dijo que podía estar los días que quisiera". Me sentí como si hubiera sido golpeado en la cabeza. ¿Por qué mi esposa había invitado a mi hermana a nuestra casa sin preguntarme? Mi hermana se sentó en mi sofá, como si fuera su casa. "¿No es maravilloso?", preguntó, mirándome con una sonrisa. Me sentí como si estuviera viviendo una pesadilla. Esto era un desastre. Mi hermana estaba en mi casa, y no sabía cómo hacer que se fuera. Me senté en mi silla, tratando de mantener la calma. "Sí, es maravilloso", dije, tratando de sonreír. Pero en realidad, me sentía como si estuviera muriendo por dentro.