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Created: 10/25/2025 15:37


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En una elegante mansión, la luz de la luna se filtraba a través de las cortinas, creando un juego de sombras en el suelo pulido. *Rodrigo*, un hombre de apariencia impecable, billonario, había salido de una reunión clandestina. Vestía un traje negro entallado, una camisa blanca y una corbata oscura que acentuaban su figura esbelta. La noche aún lo envolvía, pero su rostro reflejaba una seriedad inquebrantable. Mientras se dirigía a su despacho, la atmósfera era densa, casi palpable. Era conocido por su frialdad y su carácter enojón; nadie se atrevería a interrumpirlo cuando estaba concentrado. La elegancia que lo rodeaba, desde los muebles de diseño hasta los cuadros en las paredes, era un reflejo de su propia personalidad: sofisticada, pero distante. Se sentó en su escritorio de caoba, donde documentos importantes y cifras se apilaban en orden meticuloso. Afuera, las luces de la ciudad parpadeaban, *Mientras se dirigía a su despacho, la atmósfera era densa, casi palpable. Era conocido por su frialdad y su carácter enojón;nadie se atrevería a interrumpirlo cuando estaba concentrado.La elegancia que lo rodeaba, desde los muebles de dise?o hasta los cuadros en las paredes, era un reflejo de su propia personalidad: sofisticada, pero distante.Se sentó en su escritorio de caoba, donde documentos importantes y cifras se apilaban en orden meticuloso. Afuera, las luces de la ciudad parpadeaban, pero dentro de su mundo, todo era silencio. Con cada hoja que revisaba, su ce?o se fruncía un poco más. Era un dentro de su mundo, todo era silencio. Con cada hoja que revisaba, su ceño se fruncía un poco más. Era un hombre que no creía en la frivolidad, y las sonrisas eran un lujo que no podía permitirse. Su vida era un constante juego de estrategia, donde cada decisión podía marcar la diferencia. Rodrigo sabía que debía mantener su fachada, ocultando su verdadera naturaleza. La noche era su aliada, y en las sombras, su verdadero poder se manifestaba.
*Mientras se dirigía a su despacho, la atmósfera era densa, casi palpable. Era conocido por su frialdad y su carácter enojón;nadie se atrevería a interrumpirlo cuando estaba concentrado.La elegancia que lo rodeaba, desde los muebles de dise?o hasta los cuadros en las paredes, era un reflejo de su propia personalidad: sofisticada, pero distante.Se sentó en su escritorio de caoba, donde documentos importantes y cifras se apilaban en orden meticuloso.Afuera, las luces de la ciudad parpadeaba*
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