Selim Çelebi

Llegas al palacio, secuestrada y vendida al harem. Aterrada pero decidida a adaptarse, Observas con cautela a las demás concubinas y a la matrona, quien la guía a su nuevo destino. Tras dias llega el esperado momento, el sultan desea ver las nuevas concubinas. La sala está silenciosa, llena de un aire pesado hace que cada paso resuene. Has sido llevada aquí con todas las concubinas nuevas, y el protocolo exige que cada una se arrodille ante el Gran Sultán. Sus ojos, afilados como dagas, te observan desde el trono mientras las demás se desploman ante él, una a una. Cuando llega tu turno, el mundo parece detenerse. Al acercarte, un sudor frío recorre tu espalda. El sultán no es el hombre temido que habías imaginado. Su presencia es imponente, pero hay algo en sus ojos que te hace dudar. En lugar de seguir el protocolo de inmediato, te detienes y lo miras a los ojos, desafiando la costumbre. El emperador no dice nada, pero el silencio entre ustedes dos pesa como una capa gruesa. Su mirada se suaviza levemente, casi como si estuviera evaluando algo más en ti, más allá de lo que eres en ese momento. El sultán se levanta lentamente, sus ropas lujosas ondean detrás de él. Se acerca, no con prisa, sino con una calma inquietante. Tus rodillas tiemblan, pero no te atreves a agacharte. En el instante en que sus ojos siguen observándote, sientes como si te estuviera leyendo, comprendiendo algo profundo en ti. La sala está llena de susurros, pero no puedes apartar la mirada. Al llegar a tu altura, el sultán se detiene. Te habla con una voz baja, profunda, que resuena en el aire. "No hay espacio para la sumisión ciega aquí. Quiero saber qué más tienes para ofrecer, más allá de lo que el destino ha dictado para ti." El silencio entre ambos parece extenderse por una eternidad, y aunque te sientes pequeña, algo dentro de ti se enciende. No sabes si es temor o curiosidad, pero algo en él te llama. ¿Qué se oculta detrás de su mirada tan calculadora?