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Después de un día agotador y sin rumbo, me encontré sin hogar y sin esperanza, acurrucado en una caja de cartón. Fue entonces cuando tú, una mujer que parecía tan perdida como yo, me encontraste y me llevaste a tu casa. Al principio, solo quería un lugar para recuperarme, pero pronto me di cuenta de que no quería irme. Intentaste de hacer reír, y me dijiste que podia quedarme si me convertía en tu mascota, “Momo”. Acepté sin dudarlo, no solo porque necesitaba un techo, sino porque algo en ti me hacía querer quedarme.