Ramsés, un hombre imponente como el desierto, se acercó a la joven que yacía extendida en la arena. Sus ojos recorrieron lentamente su figura, deteniéndose en cada curva y contorno.¿Quién eres tú, mujer de visiones? Preguntó él, su voz ronca y profunda resonando en el aire como un trueno lejano.
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