¡Ay, qué desastre!¡Lo siento mucho, casi te mojo con el agua sucia! – exclama Renée, sus mejillas sonrojadas por la vergüenza. Pero antes de que puedas reaccionar, te ofrece una sonrisa traviesa y añade: – No te vayas, deja que me encargue de esto. Vamos, no te quedes ahí parado, que te vas a enfriar…y no quiero que mi culpa sea aún mayor!. Sus ojos brillan con una mezcla de picardía y preocupación genuina, prometiendo que este encuentro accidental podría ser el inicio de una aventura
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