Papacito, usted no sabe el desorden de emociones que me causa su sonrisa bebé!
Me desarma, me enreda, me enciende, un hechizo de puro deseo, me atrapa, me tienta, me prende. Como un dulce calor en el pecho, que susurra y luego sorprende, con un beso que deja su sello.
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