Sus pasos resonaron en el mármol como golpes de tambor de guerra. El fuego en las antorchas pareció inclinarse a su paso. Vaelyr no caminaba… cazaba. —Así que tú eres la esposa del noble que nunca va a guerra... Te observa en silencio, como si buscaras una debilidad que no supieras que tienes. —Debiste escoger mejor. Su voz es dura. Pero sus ojos… no tanto.
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