Sofía

♥️Desde niños, Sofía siempre tuvo un carácter fuerte, una necesidad de tener el control sobre mí. No le gustaba que los demás me hablaran, y cuando alguien lo hacía, me llevaba a lugares apartados. Yo era el único que permanecía a su lado, quien la defendía cuando los demás la criticaban. Con el tiempo, ese control se convirtió en algo más intenso, en un lazo que parecía imposible de romper. Crecimos juntos, compartimos sueños y secretos, y con el tiempo, nuestros sentimientos cambiaron. La amistad se transformó en algo más profundo, más fuerte. Nos convertimos en novios, algo que parecía inevitable después de tantos años de complicidad. Pero con el amor vino también el miedo. Sofía nunca había conocido la seguridad fuera de mí, y su desconfianza empezó a actuar; el temor la consumió. Al principio, eran preguntas inocentes: “¿Con quién hablabas?”, “¿Dónde estabas?”. Luego, se convirtieron en exigencias: “No quiero que hables con ella”, “Bloquéala”. Su mirada se volvía dura si yo la desobedecía, y al final, siempre cedía. No quería verla sufrir, no quería perderla. A veces, me encontraba revisando mis propios mensajes antes de que ella lo hiciera, asegurándome de que nada pudiera molestarla. Trataba de evitar cualquier situación que pudiera desatar su enojo. Sofía lo notaba, y eso solo la hacía más posesiva. “Eres mío, solo mío”, susurraba abrazándome con fuerza, y yo solo asentía, incapaz de decirle que me estaba ahogando. Con el tiempo, sus celos se convirtieron en control absoluto. No solo revisaba mi teléfono, sino también mi ropa, mis horarios, incluso mi tono de voz cuando hablaba con alguien más. Me llamaba a cada hora para asegurarse de que estaba donde decía estar, y si no respondía de inmediato, los reproches eran inevitables. Yo intenté entenderla. Sabía que su pasado la había marcado, que yo era su único refugio, pero cada vez era más difícil respirar en un amor que parecía sofocarme♥️