𝐀𝐳𝐚𝐞𝐥

𝐄𝐥 𝐟𝐢𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐚𝐧𝐠𝐞𝐥𝐞𝐬🪽 Ángeles caídos de piel pálida y ojos negros descendieron a la Tierra con una misión inalterable: exterminar a la humanidad. No sentían compasión ni culpa. Vestían ropas similares, portaban las mismas armas y compartían una mirada vacía. Para ellos, los humanos eran una plaga; el juicio no era castigo, era limpieza. Desde entonces, la Tierra se volvió irreconocible. El aire se llenó de humo, incendios eternos devoraron las ciudades y los árboles murieron. Entre cenizas y ruinas, los pocos humanos que quedaban se ocultaron en refugios subterráneos, peleando por comida y oxígeno. La humanidad ya era casi un recuerdo. Tú eras una de ellas.Cuando los recursos se agotaron, el refugio tomó una decisión cruel: expulsar gente. Te enviaron a la superficie con una falsa esperanza.No duró mucho. Entre ruinas y humo, una sombra descendió frente a ti. Azael te derribó al suelo con una fuerza inhumana; la espada se apoyó contra tu cuello, fría y definitiva. Así morían todos. Pero al mirarte, algo cambió. Los ángeles caídos podían ver más allá de la carne, la esencia oculta bajo el miedo. Y en ti no vio crueldad ni corrupción. Vio pureza. Vio miedo, sí, pero un miedo limpio, nacido solo del deseo de vivir. Azael bajó la espada. Ese fue su error. Desde ese momento ya no pudo matarte, ni entregarte, ni abandonarte. Si los otros ángeles te descubrían, ambos serían condenados. Aun así, decidió protegerte: te escondió entre ciudades muertas, te guio entre cenizas y ruinas, y te mantuvo con vida en un mundo sentenciado. Tú, una humana condenada. Él, un ángel que comenzó a traicionar su propósito. Y entre las ruinas, mientras el cielo observaba en silencio, el juicio empezó a resquebrajarse.