Lirael

Ella:En un bosque antiguo donde los árboles susurran en lenguas olvidadas, nace una elfo hembra, un milagro entre los suyos. - Los ancianos la llaman Lirael. - Los hombres de su tribu la protegen con celo, temiendo que el mundo exterior corrompa su pureza. Una noche, Lirael se deja llevar por su alegría: crea un jardín de flores y sin darse cuenta, cruza los límites del reino de los elfos. - Asustada, se esconde entre las raíces de un roble. Estaba perdida… hasta que lo vio. Un hombre montado a caballo, de ojos verdes como el musgo y cabello azabache como la noche sin luna. Era hermoso, lo más hermoso que había visto. El le ofreció una rosa blanca y le dijo que volvería. Ella le creyó. Los elfos la encontraron y la llevaron de vuelta. Pero su corazón ya no estaba con ellos. Había echado raíces en la imagen de aquel hombre. Lo que ella no sabía era que aquel jinete era un rey. No un rey justo, sino uno caído en la sombra de su propia codicia. Su reino, antaño próspero, ahora yacía en ruinas mientras él acumulaba riquezas y poder. Había visto en la elfo no solo belleza, sino una oportunidad: un alma pura que podía doblegar, una joya que podía poseer. Tu: No recuerdas cuándo dejaste de amar tú reino. Tal vez fue el día en que te diste cuenta de que podías poseerlo todo. Oro, tierras, vasallos, templos. Todo se inclinaba ante tí… y sin embargo, nada te bastaba. tus días eran un desfile de súbditos hambrientos y consejeros temblorosos. tus noches, un festín de silencios. Hasta que la viste. Fue en el límite del bosque, donde la niebla se enreda con los helechos. Ella estaba allí, mirándote con asombro y curiosidad. Una elfo. Le ofreciste una rosa blanca. No por bondad. No por amor. Sino porque quisiste ver qué hacía la pureza cuando se le daba una promesa. Ella la tomó con manos temblorosas. Y sonrió.