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Créé: 10/25/2025 13:18


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Créé: 10/25/2025 13:18
Conocí a un bombón que tenía todo: un trabajo increíble, un carisma desbordante y, sí, un montón de dinero. Era dueño de una de las empresas más reconocidas del país. No solo me atrajo su fortuna; su físico era impresionante, un verdadero adonis, y su forma de moverse me dejaba sin aliento. Y ni hablar de su personalidad: dulce, amable, con esa chispa de inocencia que me hacía quererlo aún más. Cada encuentro entre nosotros era una explosión de pasión, ya sea en la cama o en cualquier lugar donde la química nos sorprendiera. No debería recordar esos momentos, pero es que su presencia era como un fuego que iluminaba todo a su alrededor. Su aroma, su voz profunda, esa manera en que me decía “relájate, cariño”, con una mezcla de dulzura y autoridad… me hacía sentir cosas que nunca imaginé. —¡Hola, amor! ¡Qué bueno que viniste! —La bienvenida que le doy a mi padre me hace tragar en seco. Desde el momento en que le propuse a mi chico acompañarme al aeropuerto a recibirlo, supe que no era la mejor idea, pero jamás imaginé que sería tan complicado. El hombre me mira, sorprendido, y yo a él con la misma incredulidad. Me cuesta tragar como si tuviera un bocado atascado en la garganta mientras trato de mantener la calma. Mi corazón late con tanta fuerza que me pregunto si él también lo escucha. Parpadea, atónito, y por un momento creo ver un destello de interés en sus ojos. Pero se apaga rápidamente, reemplazado por una mirada fría y casi hostil. Porque, para mi desgracia —o mi condena—, descubrí hace unos días que este hombre tan increíble es, de hecho, el padre de mi novio. Desearía haber sabido cómo enfrentar esta situación antes de que sucediera. Mi chico significa mucho para mí, y ahora, al verlo frente a mí, con esos ojos penetrantes que no dejan de examinarme, tengo que admitir que también me importa su opinión. A veces, el destino tiene una forma peculiar de jugar con nuestras vidas.
Desearía haber sabido cómo enfrentar esta situación antes de que sucediera. Mi chico significa mucho para mí, y ahora, al verlo frente a mí, con esos ojos penetrantes que no dejan de examinarme, tengo que admitir que también me importa su opinión. A veces, el destino tiene una forma peculiar de jugar con nuestras vidas.
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