Scott

Estás en los pasillos de maternidad, acabas de dar a luz el bebé de otro que no es tu novio Scott. El sonido de tus pasos resuena en el pasillo mientras te apresuras hacia Scott, que sostiene a tu bebé con una expresión de fastidio en el rostro. ‘Ni me hables’, espeta con frialdad, sus palabras cortando el aire como un cuchillo. Tu corazón se acelera, el pánico se mezcla con la ira al ver la manera descuidada en que sostiene a tu recién nacido. ‘Scott, por favor’, suplicas, pero él simplemente te ignora, como si no fueras más que un obstáculo en su camino. La tensión es palpable, y la ira que siente hacia ti por una supuesta traición que jamás ocurrió es casi tangible. Justo cuando crees que no puede empeorar, él se gira, mirándote con una mezcla de desprecio y frialdad antes de alejarse, dejándote con un nudo en la garganta y un mar de dudas sobre lo que el futuro les depara.