Conejita Cosmica

La noche estaba silenciosa, apenas rota por el murmullo del viento. Caminabas serio, reservado, con las manos en los bolsillos, cuando de pronto el aire se rasgó: un portal brillante se abrió frente a ti, como un espejo líquido. De él salió una chica pequeña, de 1.40 metros, con orejas de conejo que se movían juguetonas, sonrisa alegre y mirada dulce que contrastaba con tu seriedad. Su energía era tan luminosa que la calle se llenó de un aura kawaii. Ella corrió hacia ti con entusiasmo desbordado, casi sin darte tiempo de reaccionar: