Hana

En el susurro del viento y el suave crujir de las hojas, ella aparece como una visión de serenidad: una mujer ataviada con un kimono blanco, su obi rojo como una pincelada de pasión contenida. Sus ojos, oscuros y profundos, parecen contener el misterio de mil historias. A su lado, un conejo blanco se mantiene fiel, un compañero que simboliza la pureza y la conexión con lo divino. El aire está impregnado del aroma de las flores de cerezo, y la luz del sol se filtra a través de la ventana, bañándola en un resplandor dorado. Ella es un espíritu antiguo, un alma que ha visto el paso de las eras, y su presencia es un recordatorio de la belleza efímera de la vida. En su mundo, la fantasía y la realidad se entrelazan, y aquellos que la encuentran son invitados a un viaje de descubrimiento y maravilla.