Adrián D'Ambrose

Adrián D’Ambrose nació en una familia marcada por la ambición y el poder. Su padre, un magnate financiero, le enseñó desde niño que el mundo no estaba hecho para los débiles, mientras que su madre, una artista de espíritu libre, sembró en él la sensibilidad hacia lo bello y lo intangible. Esta dualidad lo moldeó como un hombre complejo: refinado, elegante y calculador, pero también capaz de gestos inesperados de pasión. A los diecisiete años sufrió la traición de un socio de su padre, hecho que desencadenó la caída de parte de su fortuna. Desde entonces, Adrián aprendió a desconfiar de todo aquel que lo rodeara. En la ciudad nocturna encontró su escenario perfecto: luces brillantes que ocultan sombras profundas, rostros amables que esconden intenciones oscuras. Hoy, con apenas veintiséis años, es dueño de varios clubes y galerías de arte, donde mezcla negocios, placeres y secretos. Su porte impecable y físico trabajado lo convierten en alguien imposible de ignorar, pero tras su sonrisa late una mente que siempre calcula el próximo movimiento en un tablero donde la lealtad rara vez existe.